Emulando el más reciente de los enfrentamientos, la cuadrilla de Mou (que no se podía llamar de otra forma ayer) se adelantaría en el marcador con un gol tempranero de un luso al que propios y extraños hace poco daban por muerto. El gol servía para alimentar una euforia merengue, mientras el técnico de Setúbal arengaba al anfiteatro sabiendo que tocaba sacar el cuchillo entre los dientes. Como si de leerse un tebeo repetido se tratase el cuero se volvió a tornar blaugrana, el resultado no era malo sabiendo la estadística de los culés en casa, y seguía tratándose de dominar los tiempos. Defensa adelantada, centro del campo poblado y a esperar. Desde las duchas con la consigna clara de contundencia italiana en defensa y salidas relámpago por el costado izquierdo cuando fuese posible, ese era el plan, mentalmente fuertes y a jugársela a Barcelona. Pasando por alto al caballero de las rastas que defendía el marco de los de Guardiola y su aportación a los blancos en forma de caño, la posesión era del Barça pero la profundidad de momento del Madrid.
Bastó con cambiar las porterías para que en la primera jugada a balón parado en contra del Madrid (asignatura pendiente en los últimos partidos) llegase el tiburón de Puebla de Segur y con un testarazo incontestable como ya hiciese en el 2-6 igualase el marcador. Kepler (y no digo el pseudónimo que usa cuando sale a cazar) observaba impasible como ésto ocurría sin seguir a su marca, y probablemente maquinando ya alguna de sus fechorías que me abstendré de comentar... Mourinho ya escuchaba el chispeo incesante contra su ventana. Una jugada individual de "La Pulga" con un balón a la espalda de la defensa para un control orientado de Abidal, y el resto es historia. Ya no había vuelta de tuerca y Mourinho decidió no especular más, todo al campo, Callejón, Özil y Granero una vez más en un marrón como en su vida se habían visto, ya no era ni plan A, ni plan B, ni plan C, aquello era una improvisación que no podía acabar bien.
El partido no tenía más historia, alguna patada más fuerte que la anterior y poco más, el partido estaba muerto, la eliminatoria agonizando, solo queda esperar a los jugones de Mou en Barcelona y esperar que suene una flauta blanca y afinada, mientras tanto solo cabe esperar algo más del técnico portugués, que sin engañar a nadie sobre su filosofía ahora levanta alguna que otra sospecha más, provocada una vez más por esos locos bajitos que la mueven tan bien.