Ayer se disputó la vuelta de la final de la Liga de Campeones de balonmano femenino. El encuentro enfrentaba al Larvik, de Noruega, y al Itxako, conjunto navarro. El formato del torneo establece que la final se juegue a dos partidos. La ida se llevo a cabo en Noruega. Allí, el Larvik obtuvo una ventaja de dos goles (23-21). Por tanto, el Itxako debía conseguir un resultado de más de dos goles de ventaja si quería ganar la final.
La ventaja que tenía el equipo español era que la vuelta se jugaría en su casa, en Navarra. Era la primera vez, en su breve historia, que podían ganar este valorado título europeo. Por lo tanto, la afición no falló a su equipo en una cita tan importante como esta. El estadio estaba a reventar. No cabia ni un alma. Los 3.500 aficionados que llenaban las gradas iban uniformados con camisetas amarillas, color de la equipación del Itxako. El ambiente durante todo el partido fue espectacular, animando a su equipo en los buenos y en los malos momentos.
El partido comenzó muy bronco. Se mostraron seis amarillas en los primeros diez minutos, tres para cada equipo, y ubo dos exclusiones, tambíen repartidas entre ambos conjuntos. En este primer parcial, el marcador era de 2-7 favorable al Larvik. Cuatro de esos siete goles fueron anotados desde los 7 metros. Ante esta circunstancia, el entrenador del equipo español, Ambros Martín, se vio obligado a pedir tiempo muerto, aun que no consiguió nada, ya que la diferencia se mantenía en cinco goles a favor de las noruegas. Fue a falta de cinco minutos para llegar al descanso cuando el entrenador de Larvik pidió un tiempo muerto, lo cual provocó el empuje de Itxako, que se colocó a un gol de diferencia al descanso.
En el segundo periodo, Larvik volvió a abrir brecha en el marcador lléndose tres arriba. Pero cuando la cosa pintaba muy mal para Itxako, aparecio Begoña Fernández, la pivote y estrella del equipo. En la primera parte estuvo desaparecida, pero cuando su equipo la necesitó estuvo mucho mejor en ataque, aun que estaba lastrada por dos exclusiones.
Al ecuador del segundo tiempo, el resultado era de dos a bajo para Itxako, que mostraba más casta y coraje que juego, ya que Larvik era superior. Fue en este momento cuando la mala suerte se cebó con el conjunto español, que lanzó tres disparos a la madera. Además, la pareja arbitral favoreció a las noruegas pitando numerosos penaltys y exclusiones en contra de las españolas. Esto generó polémica, ya que los árbitros de la idea fueron más permisibos que los de la vuelta, y se pide a la Federación Europea de Balonmano que los árbitros sean los mismos en ambas partidos.
A falta de diez minutos para el final Larvik ganaba 16-20, por lo que se pidio un tiempo muerto desde el banquillo español. Tras esto, Itxako se colocó a un gol, con un parcial de 3-0 gracias a la extremo andaluza Carmen Martín, quien se corvirtió en la máxima goleadora del partido con diez goles. Cuando restaban cinco minutos para el final, Itxako empató el encuentro, y cuando quedaban dos minutos se puso por delante en el marcador por primera vez. El marcador ya no se volvió a mover, y el resultado final fue de 25-24 a favor de Itxako, por tanto, no fue suficiente para remontar y conseguir el título.
Larvik se hacía de esta manera con la Liga de Campeones, gracias a una dura defensa zonal y a un contraataque muy eficaz. Por su parte, Itxako no pudo poner el broche de oro a una temporada perfecta, ya que ha conseguido tres títulos: la Supercopa de España, la Copa de la Reina y la Liga División de Honor. Por mi parte, solo me queda felicitar al equipo navarro por dar la cara hasta el último momento, y a su afición, que estuvo espectacular durante todo el encuentro. Otra vez será Itxako